Ubicado justo enfrente del predio ferroviario, no quedaban dudas por la construcción que se trataba de un viejo Club... edificación de chapas pintado de un color, seguramente muy vistoso en su tiempo...
Y efectivamente lo era... su puerta, casi derrumbada nos invita a ingresar... mirá la ventanilla de la boletería... muda testigo de las muchísimas veces que se habrán armado aqui los grandes bailes de lo que habrá sido un pueblo y hoy no tiene nada...
El escenario, intacta su pintada dándonos la bienvenida... lo hará así con el silencio de cada día también??
Me puedo imaginar este amplísimo salón lleno de gente, bailando al son de alguna orquesta o grupo que animaba la gran fiesta...
Al fondo, la despensa, el expendio con una heladera ya caída y avejentada... los restos de aquello que fue.
Y como si el viaje a través del tiempo necesitara un broche de cierre, descubrimos la cabina de teléfono, seguramente el único del pueblo en su tiempo, en un rincón, justo al lado de la entrada...
Y si... fue como un viaje en el tiempo, fue como sentirse tremendamente pequeño frente a la inmensidad del lugar y su silencio... Cuánta historia hay en este sitio!! y sólo las ruinas que resisten el paso del tiempo nos permiten recrear esos tiempos...
Nos vamos yendo, sin querer hacerlo pero el dia va terminando... valió la pena, no??
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