Finalizada la proeza, los victoriosos que lograron embocar la sortija, la traen en alto.
Orgullo que endulza su esfuerzo y garra, como un ritual sagrado la traen hasta donde está el fiscal del juego...
El gaucho la entrega para su registro...
Luego parte a la espera de las siguientes rondas, soñando seguramente, con volver a contar con la buena racha y semejante destreza...
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