Desde Sierra de la Ventana partimos una mañana para relevar las estaciones que llegan hasta Pringles... un tramo todo de caminos rurales, que no dejó de sorprendernos, por el paisaje pero mas que nada por lo que íbamos a encontrar...
Los vados se sucedían y en ocasiones, eran bastante profundos, pero no impidieron que pudieramos avanzar... ya estamos casi en suelo de Cnel Suárez, llegando al primer destino, Zoilo Peralta, cuyo nombre recuerda al dueño original de las tierras cuando por alli, a fines del siglo 19 pasó el Ferrocarril del Sud.
Luego de la curva que sucedió luego del vado que viste recién, un gigantesco puente de hierro nos deja sin palabras... la pucha, que maravilla!! bajo él. corren las aguas del arroyo Toro Negro. Por un tiempo, estuvo inhabilitado porque uno de sus pilares había cedido a la fuerza del agua, pero una vez reparado, el trafico volvió a circular, hoy en trenes de cargas.
Ya rumbo a Peralta, en busca de su estacion, luces y sonido nos anticipó lo que se venia: un carguero! asi que volvimos raudamente hasta el puente para poder fotografiarlo y filmarlo en ese lugar tan especial.
El tren continua su marcha en sentido a Sierra de la Ventana y nosotros seguimos nuestro relevamiento.
Al arribar a Peralta, antes que la estación me llamó muchisimo la atención una cancha de pelota paleta en medio de la nada, frente al predio ferroviario. Luego supe a través de su gente, que este lugar, en el que viven dos familias nomas, fue un próspero pueblo, devenido en paraje. Casi setecientos habitantes citan algunos, en su mejor momento. Almacén de ramos generales, fonda, hotel, herrería, expendio de combustible son parte de la vida activa de Zoilo Peralta... una estación a la que llegaba la correspondencia, el pan y también el diario. Pero... dos grandes éxodos tuvo...
La escuelita, impecable, habla de una comunidad comprometida. Si bien hay dos familias en el paraje, hay niños en el campo que aquí reciben su educación, y en estos lugares, tan alejados de todo, solitarios por excelencia, la escuela forma el abrazo que su gente necesita: el sentido de pertenencia, los vínculos sociales. Antes te dije que dos fueron las causas, la primera fue una ley referida a las tierras, que obligó a muchos tener que irse a la ciudad en busca de nuevos horizontes. El segundo fue el cese del tren de pasajeros, que impedía la comunicación con las grandes ciudades... en sus buenos tiempos, no sólo el tren pasaba sino también un micro, que unía estos puntos llegando hasta la ciudad.
Todo eso se perdió... lo que quedó es la memoria, que permiten rescatar la historia de Peralta, hoy paraje pero ayer pueblo. Gracias a Marta de Zacchi, a Claudio y demás amigos que hicieron posible conocerla, en persona y a través de la palabra.
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